Se preguntaba Feyerabend al principio de su obra por qué la gente tiene necesidad de vivir en lo oculto del más allá y desligarse con ello de la realidad. La reflexión viene al dedillo cuando lo oculto de nuestro tiempo es el mundo virtual y sus aledaños. Al parecer, todo parte del descontento sobre lo que podemos ver y sentir en el mundo real. Demócrito, cita el autor, decía que la verdad yace oculta en un abismo. Tal debe ser el abismo que sentimos cierto vértigo al pensar en términos de verdad, y tal vez de ahí la necesidad de huida hacia otras realidades, otros mundos. Pero esa necesidad también parte del inquietante empobrecimiento interno de las masas y del individuo, de la toma del poder de lo tosco y lo limitado, de lo meramente pueril y monolítico, del miedo y la superstición. Y en los tiempos que corren nos convertimos cada vez más en islas, siendo a veces incapaces de interconectar con el otro, con ese archipiélago necesario para la supervivencia humana. No olvidemos que la verdadera abundancia consiste en ser amables con el mundo, pero sobre todo, con el prójimo. No hay más talento que tener presentes a cada instante esa abundancia del ser. Lo demás siempre es provisional y aleatorio. Lo digo con la sensatez de un náufrago que ha sobrevivido a las cien mil tempestades. Seamos abundantes en amor, en amistad y cercanía.
Hay momentos en que encontrar mi Isla, sentir lo que soy, recuperar energía para continuar proyectando…
Aquí en el sur, oliendo azahar, el campo está preñado de fuerza, los colores estan más intensos, la vida, la luz, lo inunda todo!!!
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El hombre siempre se empeña en conquistarlo todo…..todo lo que está fuera de él. Debe primero conocerse a sí mismo y llevar a cabo su propia conquista lo cual le llevarà a ser abundante en todo lo que finalmente citas Javier.
Saludos
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En una ocasión le preguntó un periodista a Sai Baba: ¿Eres Dios?, y el le contestó: Si, lo soy, y Tú también, la única diferencia entre Tú y Yo es que Yo lo sé y Tú no.
Es increíble pero aún mucha gente está pendiente de la raza, condición social, económica e intelectual de ellos mismos y del resto, con un propósito de cómo relacionarse con unos y con los otros. Por lo tanto sus «dosis» de amabilidad variarán respecto de la etiqueta de cada quien.
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