De las cosas más difíciles del mundo, de eso que debería diferenciarnos del resto de los seres vivos y entronarnos como humanidad, esa es la bondad. La bondad es una virtud, un valor tremendamente difícil. Resulta complicado ser bondadosos, primero con nosotros mismos, luego con nuestra familia y amigos, con el entorno y con la máquina celeste. La bondad, que debería surgir en nosotros como algo natural, ha preferido ocultarse y desterrarse de nuestra vida. Ya no es algo que se haga público, quizás porque muchos piensen que al hacerlo, envilece. Sin embargo, debemos modificar ese hábito, y sentirnos orgullos cuando la bondad se expresa en cada momento y cuando destronamos de nuestras vidas el tedio y la amargura. Seamos bondadosos hasta con las pequeñas cosas. Quizás entonces la vida se muestre bondadosa con todo lo que merezca ser vivido…
Desde luego se necesita bondad a raudales en estos tiempos, seámoslos…
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A veces podemos objetar que la bondad ciega causa estragos, sobre todo cuando nos empeñamos en ayudar sin saber las consecuencias o sin tener en cuenta la realidad o libertad del otro. ¡Cuántas barbaridades se han cometido bajo la sentencia: “es por tu bien, lo hago porque te quiero”! Por eso la bondad se complementa con el discernimiento y ambos se conjugan dando lugar a la sabiduría. En este proceso la bondad no pierde sus cualidades, sino que amplía otras poniendo luz a su calor natural.Gracias "loco"Denacorima.
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