No deja de ser sorprendente lo insignificante que somos, y no deja de ser sorprendente en cuantas ocasiones a lo largo del día perdemos esa noción. Si fuéramos conscientes, aunque fuera por un solo momento al día de cuan rídiculas, y a la misma vez, cuan maravillosas son nuestras vidas, viviríamos la milésima de segundo de tiempo que nos lleva la existencia en un gozo y respeto continuo. No lo olvidemos…