No hace mucho, la Luna brilló con fuerza y dio a luz una hermosa Hija… La Hija de la Luna vino a brillar la cueva del corazón, aquella a la que sólo es posible acceder si se tiene la clave exacta, si se encuentra, de entre las diez mil puertas, la única capaz de abrir. Sucedió rápido, como suelen suceder todas las cosas que nacen de lo milagroso. En la luna nueva de noviembre algo se ocultó, y la Hija desapareció… La falta de luz provoca ausencias, miedo, a veces, incluso terror… Crea desconfianza, juicios y prejucios, valorizaciones y dudas… Por suerte, la luna se está llenando… pronto será luna llena… y su Hija volverá a danzar en su plata celeste… Deseo que encuentre en esa danza su propio hilo de luz cósmica… deseo que entienda las claves por las que circundan todas las maravillas del universo… Si lo consigue, seré feliz, porque habrá nacido otra estrella…
Mientras eso ocurra, me inclino ante ella, en señal de respeto y admiración… como un hijo de la paz, como un ser de paz… polvo de estrellas, nación de ausencias y huella fugaz…
«Mientras eso ocurra, me inclino ante ella, en señal de respeto y admiración… como un hijo de la paz, como un ser de paz… polvo de estrellas, nación de ausencias y huella fugaz…»Hermoso, muy hermoso gesto y bellas palabras.SaludosMaria
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