«La Fuerza es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por las cosas vivientes. Nos rodea, nos penetra; y mantiene unida a la galaxia.» Obi-Wan Kenobi
“Al darnos cuenta de que nada existe independientemente, ni los átomos, ni las personas, ni las culturas… brota naturalmente la compasión”. Alan Wallace
La vacuidad es uno de los principios del budismo. Todos los fenómenos y todas las cosas que existen están vacías, ya que no tienen una esencia independiente, nos cuenta el filósofo Alejandro Martínez. Para existir dependen de otra cosa y esa otra cosa depende de otra. Esto es conocido como originación dependiente. Lo anterior puede equipararse con la noción de la física cuántica, la cual nos dice que el estado definido de una partícula en el tiempo y en el espacio no existe hasta que no es observada, es decir, depende de otra cosa siempre, de tal forma que no podemos decir que exista por sí misma. Con esta visión, todo es interdependiente en el universo, y nada puede existir de forma independiente. Todo está entrelazado. Es el fenómeno conocido como entrelazamiento cuántico.
Cuando la física cuántica demostró que el observador modificaba lo observable, se abrió un nuevo campo de investigación en el conocimiento de la realidad. El relativismo se volvía entonces la madre superiora del convento científico y las respuestas epistemológicas, a partir de entonces, adquirían un cariz gallego a la hora de buscar soluciones, porque a partir de ese descubrimiento, todo “depende”. Es decir, siguiendo con la broma, puede que llueva o puede que no, depende. Esto añade dosis de complejidad a lo cognitivo, al conocimiento que hasta ahora se daba por válido, y la realidad, ahora moldeable y no tan sujeta a las antiguas leyes, se vuelve plástica y cambiante. Es como si el budismo y su principio de impermanencia empezara a ser explicado bajo el método científico.
Si la realidad es plástica y moldeable, también lo es el tiempo, nuestras vidas, nuestras rutinas psicológicas, nuestras emociones, en definitiva, nuestro destino humano. Siendo así, tenemos capacidad de dar un giro a nuestras vidas inesperado, saltar de una dimensión de la realidad a otra, sumergirnos en otro aspecto emocional y psíquico que se adapte mejor a nuestro nuevo sentir. Podemos, en definitiva, cambiar nuestra realidad a cada instante a sabiendas de que todo está entrelazado.
El problema de esta visión, de sabernos con el poder de cambiar nuestras realidades y entrar en otra dimensión de acontecimientos, en otras líneas de tiempo multidimensionales que se acoplan a nuestra realidad cambiante dependiendo de nuestra intención interior, es saber, nada más y nada menos, qué destino forjar. Elegir sabiamente un nuevo reto es la cuestión, el asunto. Aquí nos topamos con una realidad exigente. Podemos elegir ciegamente una nueva línea de tiempo, un nuevo destino, o podemos dotar a ese viaje de cierta dosis de saber que nos guíe por este espacio que se presenta vasto e inabarcable. Podemos convertirnos en los guionistas y arquitectos de la cuestión existencial entrelazada.
Es importante saber que tenemos libre albedrío para poder modificar nuestra realidad, nuestros pensamientos, nuestras emociones. Podemos elegir, sabia o ciegamente, un nuevo destino a cada instante. Podemos romper con eso que se espera de nosotros y voltear la realidad buscando aquello que realmente deseamos. Podemos incluso romper con nuestra rutina diaria, con nuestras propias perspectivas y anhelos para dar paso a algo radicalmente nuevo y diferente.
La realidad es como una autopista de muchos carriles que a su vez están interconectados con cientos de salidas cada cien metros que nos conducen a otras anchas autopistas con cientos de salidas cada poco tiempo que nos llevaran a lugares absolutamente diferentes a los habituales. Esta visión es impresionante porque dibuja un universo que se transforma a cada segundo de vida, que no es fijo sino cambiante y que nos invita a participar a cada instante en su plástica y moldeable realidad.
De ahí que surja la cuestión filosófica y existencial de poder cambiar nuestra realidad para acercarnos cada día más a la felicidad, a aquello que realmente esté en sintonía con nosotros y, por lo tanto, nos haga vibrar. Todo esto tiene que ver con eso tan manido de sabernos manejar en nuestros pensamientos. De que todo es mente, según los tratados más esotéricos y, por lo tanto, nuestros pensamientos tienen la capacidad innata de construir una u otra realidad, dependiendo de nuestro enfoque y atención. Un mundo hilozoista, entrelazado, permeable.
Nuestra capacidad imaginativa para diseñar nuevos escenarios delimitará o ampliará nuestro marco de realidad. Si la energía sigue al pensamiento, solo nos hará falta tener “la fuerza” y la capacidad suficiente para conseguir esa energía y adaptarla a nuestro diseño mental. Ese famoso “poder de la fuerza” tiene aquí un sentido claro a la hora de construir realidades. Ese poder está en nosotros y es posible, utilizándolo con sabiduría, transformar nuestras vidas hacia aquello que realmente deseamos. Por lo tanto, no tengamos duda, seamos sensibles a la fuerza, cambiemos nuestras vidas y que la fuerza nos acompañe en este mundo entrelazado.
- Gracias de corazón por apoyar esta escritura…